Hoy visita la sección de Invitados Keiko McCartney, una fotógrafa y escritora cuyo trabajo sigo desde hace varios años. Yo empecé con la fotografía a raíz de mi antiguo blog literario, donde compartía escritos e intercambiaba comentarios con otras blogueras, algunas de las cuales -como Keiko- eran también fotógrafas.
La delicadeza de sus imágenes y la personalidad que imprime a todos sus trabajos me llamaron la atención desde el primer momento y, cuando yo misma me atreví a experimentar con la fotografía conceptual, Keiko se convirtió en una inspiración constante que me acompañó mientras yo crecía como artista. Su trabajo conceptual, concretamente, era -y sigue siendo- mi favorito dentro del amplio marco de su obra completa, y me apetecía mucho tener a Keiko por aquí hablando de su forma de trabajar y su inspiración. ¡Espero que te inspire tanto como a mí!
(todas las fotografías de este post pertenecen a Keiko McCartney, y al final del artículo encontrarás enlaces a sus redes sociales).
Nunca
he enfocado la fotografía como una disciplina sencilla, de hecho hay
veces que me quedo mirando la cámara con verdadero escepticismo y
siento miedo de cogerla y fracasar en mis amagos, pues para mí lo
esencial es
transmitir
emociones, contar historias (es decir, no dejar indiferente). Al ser
una persona quisquillosa y bastante estricta, conseguirlo no es algo
tan sencillo como parece, ya que toda sesión lleva un proceso de
meditación por detrás que no siempre acaba cumpliendo con las
expectativas deseadas. ¡Pero a veces estas cosas pasan!
Muy
a menudo la gente me pregunta cuáles son mis fuentes de inspiración,
en qué me baso para enfocar las cosas desde tal perspectiva; yo
siempre me limito a contestar lo mismo: es una cuestión de
paciencia, tan sólo hay que esperar por el momento adecuado con la
persona idónea para lograr honrar el instante irrepetible. Cierto es
que la mayoría de mis ideas provienen de disciplinas como la
literatura, la música o el cine. Mi cabeza está todo el día
maquinando escenas, de modo que aquellas que no consigo poner por
escrito, las convierto en imágenes. A veces conceptuales, otras
veces no tanto, pero lo esencial, para mí, es poder expresar mis
inquietudes.
Mi
centro de atención suele ser mayoritariamente el cuerpo, la
fisonomía estándar. Lo que trato de transmitir son los anhelos y
las melancolías que día a día se pueden llegar a apreciar en los
rostros ajenos (incluso en los propios), pero que, a instancias del
mero hecho de ser un estado
efímero,
merecen ser inmortalizados como símbolo de vida. Para trabajar bien
es elemental que el/la modelo esté cómodo/a consigo mismo/a y que
pueda lidiar conmigo y con la cámara como si fuéramos un elemento
más de su momento particular. Por eso procuro entablar
conversaciones con ellos y gastar bromas mientras realizo los
primeros disparos (la gente cree que trabajo seriamente, pero os juro
que el cachondeo está a punto de caramelo cada vez que cojo la
cámara).
Una
vez estudiado los perfiles y averiguado cuáles son los puntos
fuertes del modelo, comienzo a tomarme la sesión en serio cuando la
persona se siente desinhibida y actúa con más naturalidad ante la
cámara. Este es un punto realmente importante porque hasta que no lo
logramos, no puedo obtener las imágenes que quiero y por tanto el
trabajo se alarga y el cansancio o la impotencia pueden crear
tensiones y frustraciones entre la cámara y mi nulidad (cosa que
odio).
Normalmente
suelo trabajar con gente que conozco, amigos o conocidos, incluso a
veces también conmigo misma. No es que tenga miedo de trabajar con
desconocidos, es simple y llanamente que me desenvuelvo mejor con las
caras distinguidas; aquellas miradas que ya he visto antes, esas
sonrisas de aflicción que pueden ser motivo de un mal trago o una
autocrítica puntual. Practicar la vertiente del desnudo artístico
también es algo meramente esencial para conseguir esos momentos
íntimos, pero no todo el mundo se presta a ello, así que lo
practico con menos frecuencia (aunque lo trabajo y cuido con más
atención).
Lo
cotidiano y lo sombrío tienen que desempeñar la misma función en
cualquier medio, así que en mi caso no hay excusas utilice la cámara
que utilice. Y es que para mí la fotografía es básicamente eso:
crear literatura visual, provocar impresiones de todo tipo; que el
espectador juegue con el trasfondo y se anime a pensar qué se
esconde tras la imagen. A fin de cuentas lo que cuenta no es sólo la
intención del fotógrafo, sino también la del público…, ¿no te
parece? ¡Hay que dar rienda suelta a la imaginación!
Si te interesa seguir el trabajo de Keiko puedes visitar su página de Facebook, su Flickr, leer lo que escribe en su blog, conectar con ella por Twitter o preguntarle alguna cosa en Ask.
¿Ya conocías a Keiko? ¿Qué opinas de su trabajo?
He apreciado el arte del retrato, y del disfrute de las luces y las sombras en la fotografía. Espero ver alguna más, para que me quede con el regusto del disfrute de las buenas fotos.
ResponderEliminar¡Cómo echaba de menos poder pasarme por tu blog! (que tras la reforma ha quedado precioso, todo sea dicho)
ResponderEliminarMe gusta mucho esta sección que has creado. No conocía el trabajo de Keiko y después de leer sobre ella y cotillear en sus redes (además de las fotos que has puesto en la entrada) entiendo por qué te fascina tanto. Me encanta la forma que tiene de trabajar y el ambiente que rodea a sus fotografías. Son preciosas :)
¡Muchas gracias Sara! Me alegro de que hayas descubierto a Keiko y su trabajo, ¡es maravillosa!
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