Por qué no entrego fotos sin editar.

Cuando entrego a mis clientes las fotografías que me han encargado, tanto en Julia Puig Photography como en Naunnet, les envío también un enlace a un formulario que pueden rellenar para contarme qué tal les ha parecido la experiencia y qué cambiarían, para mejorar poco a poco y que mi trabajo mejore para futuros clientes.

Muchos me contestan que, si pudieran cambiar algo, les gustaría que les hubiera entregado todas las fotos que hice el día de la sesión sin editar, para que ellos pudieran quedarse con todas, y entre ellas elegir las que más les gustasen para que yo las editase.

Eso es algo que no haré nunca, pero entiendo que alguien que no tiene por qué estar familiarizado con el mundo de la fotografía puede quererlo. De ahí viene este post, para intentar explicar a clientes pasados y futuros por qué no entrego absolutamente todas las fotografías que hago, y por qué edito las que entrego.

1. LAS BUENAS FOTOGRAFÍAS TARDAN EN LLEGAR.

Cuando un cliente me contrata para que le entregue 35 fotos, yo disparo 250. ¿Por qué no entregarle las 250 entonces? Porque no todas las fotografías que hago son buenas. En algunas la gente pestañea, hace muecas, mira al suelo, o simplemente no sale bien (nadie, a menos que sea Barney Stinson, sale bien en todas las fotos). En otras soy yo quien ha calculado mal la exposición, y la foto está muy quemada, o muy oscura, o mal enfocada... Y muchas otras simplemente no son lo suficientemente buenas: la composición no es la más acertada, un peatón ha metido la mano en el encuadre sin querer, he cortado a alguien por la muñeca o el tobillo...  (consulta aquí un dibujo que muestra dónde es preferible no cortar, ¡aunque las reglas están para romperlas!). 

(Eso no significa que, de 250, sólo 35 sean buenas, pero es mi deber seleccionar sólo lo mejor de lo mejor. Además, suelo entregar unas 8-10 fotos más de las que incluye el paquete, porque no es nada fácil elegir).

Además, las buenas fotografías tardan en llegar: mis clientes, por lo general, no son modelos profesionales, y tardan un rato en acostumbrarse a la cámara, en sentirse lo suficientemente seguros como para ''posar'' con naturalidad, y en dejarse llevar. Las 30-40 primeras fotos que tiro no suelo utilizarlas nunca, porque son ''de calentamiento', para conseguir que el fotografiado se sienta cómodo delante de la cámara.

2. MIS CLIENTES CONTRATAN UNA FOTÓGRAFA, NO UNA CÁMARA BUENA.

Ser fotógrafo es mucho más que tener una cámara cara. Me gusta pensar que, cuando alguien me contrata, lo hace porque le gusta mi estilo y las fotos que hago, no porque mi cámara hace mejores fotos que la suya. Parte del trabajo del fotógrafo es fotografiar, claro, pero hay más cosas: separar las fotografías buenas de las que no lo son tanto no es fácil, y para ello se necesita un ojo entrenado y una sensibilidad especial. Cuando alguien me contrata, está pagando también por mi experiencia a la hora de escoger las mejores fotografías, y por mi ojo crítico, que me permite discernir las fotos buenas de las malas.

Si yo entregase todas las fotografías tal cual salen de la cámara, sin someterlas a una criba y sin editarlas, no sólo no estaría siguiendo mi propio criterio de calidad, sino que además estaría comportándome como una cámara: algo que sabe hacer fotos, pero no es lo suficientemente inteligente como para separar las buenas de las malas.  

Como no soy sólo una cámara, sino que soy fotógrafa y estoy entrenada y tengo experiencia en organizar las fotos según la calidad que tengan, me reservo esa fase de la sesión para mí, y nunca nunca nunca entrego todas las fotos que se han hecho en la sesión al cliente. Además, muchas son terribles (pruebas de luz, fallos garrafales de enfoque..) ¡y un mago nunca revela su truco! Quiero que mi cliente vea sólo lo mejor.

Vale, ahora ya sabes por qué hago yo la selección de las fotografías y no la dejo en manos del cliente. ¿Y por qué no entrego nunca jamás (llevo esto en mi contrato y no me lo salto NUNCA) fotografías sin editar?.

3. LAS FOTOGRAFÍAS SIN EDITAR NO ESTÁN ACABADAS.

Nadie le pide a un chef que entregue a su cliente filetes sin cocinar, nadie pide a un arquitecto que entregue a su cliente una casa sin terminar, y nadie pide a Amancio Ortega que le venda un jersey sin coser. Entiendo que hay gente que piensa que utilizar Photoshop o Lightroom es ''trampa'' y que prefiere recibir las fotos tal y como salen de la cámara: por suerte para ellos hay fotógrafos de toda clase y seguro que encontrarán a alguien que trabaje así.

Para mí, Photoshop y Lightroom son dos herramientas más que utilizo para trabajar, como la cámara o los objetivos. Una foto no está completa sin haber sido retocada digitalmente, aunque eso no significa que le vaya a poner a mis clientes la cara de Brad Pitt. Mejoro el color en todas las imágenes, para darle cohesión a todas las fotos de la misma sesión y para volverlas más estéticas. Sobre eso, algunas imágenes necesitan una edición más completa y otras no.

Algunas fotos sólo necesitan que mejore la iluminación para estar acabadas, como ésta.

Otras necesitan un arreglo serio del balance de blancos, sobre todo si fueron tomadas en interiores o con una luz muy amarilla, como ésta de una novia poniéndose los tacones con los que va a caminar hacia el altar.

En otras fotos, sobre todo de sesiones de familia hechas en parques un fin de semana (¡se llenan hasta arriba!) tengo que librarme de la gente que paseaba por el parque y salió de fondo en la foto, porque distrae la atención. En esta foto que hice al marido de Natalia, de Mamapoule, y al polluelo, la familia que estaba sentada al fondo distraía mucho la atención y tuve que eliminarla. (Esta foto está sin editar salvo ese detalle).

Por último, hay algunas fotos en las que la cara de alguien me encanta, pero otra persona no sale tan favorecida. Por suerte, siempre hago dos o tres fotos de la misma escena, y es raro que alguien salga mal en todas, así que si se da el caso de que esa persona sale mejor en otra de las fotos, ¡le cambio la cara y ya está! Eso me pasó con esta foto de Natalia y su hijo: me gustaba muchísimo la carita del polluelo en una foto, y Natalia salía mejor en otra de ellas, así que uní las dos caras en la misma foto para conseguir la imagen perfecta. (Esta foto está sin editar salvo ese detalle).

Sin haber pasado por Photoshop, estas fotos no estarían completas ni terminadas: como fotógrafa, es mi trabajo asegurarme de que entrego a mi cliente las mejores imágenes posibles, utilizando para ello todas las herramientas que tengo a mi alcance, incluyendo los programas de edición digital.

Este post me va a servir para explicar a mis clientes a partir de ahora por qué no entrego todas las fotografías que hago, por qué elijo yo las que voy a entregar y por qué las edito. ¡Si eres fotógrafo/a, siéntete libre para compartirlo con tus clientes!

Y a ti, ¿qué te ha parecido? ¿Crees que editar las fotografías es ''hacer trampa'' o que es una herramienta más? ¡Cuéntamelo en los comentarios!