Desde el 22 de diciembre hasta hoy, he estado inmersa en un -muy necesitado- descanso navideño, y aunque he aprovechado para trabajar y he hecho algunas sesiones, este blog ha sido el que más abandonado se ha visto. Me he dado al roscón (mi madre ha aprendido a hacerlo casero y no veas) y a las canciones navideñas, pero ya vuelvo con las pilas cargadas y lista para otro año de metas y proyectos.
La invitada de hoy es Jessica de Little Haggi, un blog con muchísimo encanto y un estilo propio muy especial donde se habla de viajes, de fotografía, y de cosas bonitas. Jessica pronto publicará la tercera parte de mi viaje a Oporto en su bonito blog, y qué menos que invitarla a compartir contigo sus secretos fotográficos. Hoy nos habla de la fotografía analógica, pero si quieres descubrir más sobre ella y su pequeño mundo, te invito a que visites su blog.
(Todas las fotografías de esta entrada son de Jessica. Al final del post encontraréis links a sus rinconcitos de Internet)
Hoy
en día disparar en carrete puede parecer una locura. Y quizá lo
sea, no lo sé. Pero hace unos meses que lo probé y estoy enganchada
sin remedio.
Con
ello no quiere decir que haya renegado del mundo digital, ni mucho
menos. De hecho, sería muy poco lista si no aprovechara las ventajas
que nos brindan las réflex digitales. Sino que hay ciertas
cosas que solo se pueden aprender con una cámara analógica en las
manos.
Soy
la primera que vuelve de un viaje con más de 700 fotos. 700 fotos.
¿De verdad necesito 700 fotos para capturar unos cuantos recuerdos
de aquella aventura tan especial? Si al final me voy a quedar sólo
con 50, si llega.
Y
es que en el mundo digital las fotos nos salen gratis. Podemos
disparar tantas como nos quepan en la tarjeta de memoria, que suelen
ser bastantes. En cambio, cuando nos rascan el bolsillo la cosa
cambia. Porque por
cada "click" con una analógica en tu cabeza resonarán
moneditas de
euro cayendo.
Es
entonces cuando nos
paramos a pensar. A mirar. A reflexionar. Y
de repente nos damos cuenta que con dos fotos de la Torre Eiffel ya
hacemos. O que quizás, a tan solo dos pasos a nuestra izquierda
tenemos la toma perfecta que andábamos buscando.
Es
entonces cuando le dedicamos diez minutos, o los que hagan falta, a
cada fotografía. A medir y estudiar la luz con ojo crítico. A
enfocar al milímetro con mimo y paciencia. A ver todos y cada uno de
los detalles que componen la imagen.
Es
entonces cuando de verdad empezamos
a vivir la
fotografía con
todo nuestro ser.
Y
lo larga que se hace la espera, más de una vez (y de dos) justo
después de disparar he ido a mirar la fotografía que acababa de
tomar en la pantalla, puro reflejo. Aún así tiene su encanto, te
enseña a tener paciencia. A no quererlo todo ya.
Después
del revelado, aparecen
los primeros errores por dejadez o descuido y
tienes alguna que otra decepción. Y muchas alegrías también, los
colores y el grano son inimitables.
Aunque
pronto tendrás una colección de horizontes torcidos, un
fluorescente que no viste o un niño que se coló en el momento menos
oportuno. Y es que aquí no podemos recortar ni enderezar. Las
fotos son las que son, perfectas en su imperfección.
Pero
eso no es más que un reto o al menos así lo veo yo. Un
reto a mirar la próxima vez más y mejor.
A prestar aún más atención. A aprender a jugar con la luz y
aprovecharla al máximo.
La
fotografía analógica tiene una magia, un encanto, un no
sé qué que qué sé yo especial.
Simplemente no se puede explicar con palabras. Llámale ñoñería,
sentimentalismo o lo que quieras, pero ahí está.
Así
que te invito a que desempolves
aquella vieja cámara analógica que
ronda por casa desde hace años muerta de risa, le pongas un carrete
cualquiera y
salgas a la calle a probar. A
ver que tal se siente. A ver que tal lidias con las limitaciones y
los retos que plantea éste tipo de fotografía.
Ya
me contarás qué tal la experiencia. Pero cuidado que engancha.
Si te apetece conocer mejor a Jessica, puedes visitar su blog, su Facebook, ver sus fotografías cotidianas en Instagram o conocer qué le inspira en Pinterest.
(Si quieres participar en la sección de Invitados, escríbeme a hello@juliapuig.com)
Siempre he tenido el gusanillo de disparar en analógico. Siempre he andado buscando una buena cámara analógica y antigua y la verdad es que siempre me ha han llamado mucho la atención las zenit. Pero, ¿sabes qué es lo que más me gusta de la fotografía analógica? El revelado. Siempre he querido tener una habitación para revelar fotos, pero eso está muy lejos de mi alcance, al menos por ahora.
ResponderEliminarJessica y yo tenemos la misma cámara (casualidades de la vida), una Canon AE-1, y yo por lo menos estoy feliz con ella. Es fácil de usar si conoces los básicos de la fotografía y da esa textura tan típica del analógico.
EliminarA mí también me encantaría saber revelar, y de hecho uno de mis propósitos de este año es aprender a hacerlo. He oído que en La Casa Encendida puedes alquilar un estudio de revelado por horas y me apetece un montón probarlo :D ¡Si te pasas por Madrid igual te puedes pasar!
Muchos besos María <3
La verdad es que estoy super feliz con la Canon AE-1 María, como dice Julia es muy fácil usarla y, lo mejor, que es totalmente manual :)
EliminarAsí que te invito desde ya a hacerte con una analógica! En Ebay puedes encontrarlas muy bien de precio, igual que en tiendas de segunda mano (a veces hay auténticos chollos porque no saben lo que venden). Todo es cuestión de decidirte por uno o dos modelos e ir a por ellos.
A mí también me encantaría aprender a revelar en casa! Por lo que dicen parece que no es muy difícil hacerlo en Blanco y Negro y es bastante económico.
Lástima no estar en Madrid, tendré que buscar si hay un sitio parecido en Barcelona.
Abrazos!
Para aprender lo básico del revelado si eres de Barcelona te recomiendo http://www.espainag.com/ Pero debo advertir que una vez revelas y te adentras al mundo de las emulsiones, la pinhole, los papeles, blanqueadores y te pasas horas con la luz roja y observando un negativo después la fotografía digital te parece de juguete. Y si aplicas el método analógico en tus trabajos digitales pocas veces tiras más de 40 fotos, se que suena extraño, pero a mi me cambió la vida. :) Un saludo!
EliminarHa quedado preciosa Julia! Gracias por cederme un espacio en tu blog, ha sido genial colaborar contigo. Espero que podamos volver a trabajar codo con codo en un futuro no muy lejano ;)
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Jessica
¡Muchas gracias a ti por esta entrada tan bonita! Y claro que sí, ojalá muchas colaboraciones juntas pronto <3
Eliminar¡Besos!
Sigo el Blog de Jessica sin perderme nada! Un beso a las dos
ResponderEliminar¡Qué bien que te guste! Yo también lo leo a menudo :)
Eliminar¡Un beso María!
Totalmente de acuerdo con todo! :D me rondaba la idea por la cabeza y me has convencido con cada palabra... La fotografía "ha dejado de ser" lo que era porque la hemos hecho vulgar, foto para arriba, foto para abajo... Me has hecho recordar cuando me regalaron mi primera cámara, a los 7 años y me pensaba bien a qué quería hacer fotos porque mis padres no estaban para comprarme tropocientos carretes... Como todo, nunca hay que dejar de valorar las cosas que cuestan un poco más, porque normalmente son las que valen más la pena y de las que más se aprende!!
ResponderEliminarPd. Me encantan las del Bicing y la de la hoja en el suelo con el rayo del sol! Y seguro que me encantarían también las de París ;)